Hong Kong. Aquel tipo apareció en un almacen.
-Bah, no eran para tanto.
La comisura de sus labios dejaba entrever una ligera mueca llena de frialdad. A sus pies, se hallaban tendidos multitud de cuerpos inmóviles, llenos de sangre. Había sido obra suya.
-No has cambiado un ápice.
Al oír esta frase detrás de sí, se dio la vuelta
.-¿Has encontrado los pergaminos de Qin*?
-Precisamente. Mis confidentes me han hecho saber que están en South Town.
-Vaya, South Town... Esa zona la domina un tal Geese, ¿no? Aunque bueno, mejor digo “dominaba”, porque he oído que le han dado matarile.
Daba la impresión de sentirse superior, de desprender un hálito de sentimiento de victoria, al decir estas palabras.
-El King of Fighters, en South Town... Tal vez todo esto sea culpa de los pergaminos.
Aquella noche, nuestro protagonista partió de Hong Kong. Su destino era South Town.
-Este barrio ya no es como antes.
En los instantes en que el tipo misterioso se alejaba de Hong Kong, cierto individuo se hallaba sentado en un coche cuyas ruedas rechinaban por la calle principal de South Town.
-Desde aquello, una gran cantidad de criminales han entrado en el barrio y la vida es más peligrosa que nunca. Pero no hay de qué preocuparse. La torre está intacta.
Billy Kane, el hombre sentado a su lado, contesta.
-Veo que han pasado cosas durante mi ausencia. Apuesto a que el alcalde y el cuerpo de policía las están pasando canutas.
-Es curioso que las hazañas de los hermanos Bogard les hayan salido por la culata...
-Todo volverá a la normalidad. Palabra de Geese Howard.
Billy asintió al oír sus palabras.
-Geese, ya se ve.
El coche se adentra en la oscuridad en dirección a la imponente Torre Geese.
-Contempla bien este momento. Es el comienzo de mi nuevo plan.
-¿Qué dirá Richard cuando me vea?
Hasta hace un momento, Terry Bogard se encontraba ensimismado recordando vivencias del pasado con un viejo amigo. Terry se enteró de la apertura de un segundo Pao Pao Café en medio de su viaje. Era un viaje de placer con el objetivo de adiestrarse en la lucha y mejorar sus habilidades, pero lo suspendió para irrumpir de nuevo en South Town. Sin embargo, a medida que la ciudad imprimía en su retina ese nuevo y vil carácter adquirido, el rostro de Terry se veía ensombrecido.
-¿Qué está pasando aquí? Esto está incluso peor que la última vez. No me puedo creer que este sea el resultado del ocaso de Geese. No...
Terry vagaba por las calles repitiendo constantes reencuentros con el pasado, pero había algo mucho más intrincado en aquello que veía. Finalmente, fue a parar a la Torre de Geese. Los recuerdos de aquella fatídica lucha volvían a su mente.
-Geese, ahora debes estar haciendo muecas burlonas riéndote de mí sin parar pero, ¡ya estoy aquí! Defenderé la ciudad con mi sangre.
Terry está ciego aun. No sabe que el dueño de la torre, Geese Howard, sigue con vida y ha vuelto. Tampoco alberga sospecha alguna de que una amenaza mayor se cierne sobre South Town...
*Son tres pergaminos existentes desde la época en que reinaba el primer emperador chino. Solo los luchadores más expertos podían hacerse con ellos y reunirlos todos constituía la única forma de comprender su mensaje. Ya han pasado más de dos mil años desde aquella época, pero los pergaminos siguen existiendo, dispersos por el mundo, aguardando la llegada de luchadores que se apoderen de ellos. |